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Vida en Uruguay: entre la dificultad y la satisfacción

La experiencia de los migrantes en Uruguay: seguridad, educación y desafíos

Entre trámites, changas y alquileres caros, quienes llegan a Uruguay desde países como Cuba, México o Guyana comparten una imagen común: el país es seguro, educado y amable, pero exige paciencia para adaptarse. La calle, el trabajo y la burocracia son parte del recorrido.

Calidad de vida: ¿vale la pena el esfuerzo?

Sara Igutiérrez, cubana que vive en Montevideo desde hace cinco meses, compartió con El Debate su testimonio.
Yo no soy de acá, pero veo que se vive bien. Hay lugares turísticos, la gente es tranquila. Lo que cuesta es conseguir trabajo y pagar la renta.

La percepción de calidad de vida en Uruguay es alta entre migrantes. Según el informe 2024 de Latinobarómetro, el país lidera en satisfacción ciudadana en Sudamérica, con un 72% de aprobación en seguridad, salud y educación. Sin embargo, el acceso a vivienda y empleo para recién llegados sigue siendo limitado.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el 45% de los migrantes vive en condiciones de alquiler compartido o pensiones. Un apartamento con baño y cocina compartida cuesta más de 20.000 pesos. La renta absorbe gran parte del salario mínimo, que ronda los 22.000 pesos mensuales.

Burocracia y empleo: el primer muro


Sara también relata las dificultades para insertarse laboralmente.
Repartí currículums por todos lados. Pero sin referencias ni experiencia local, no te dan oportunidad. Y con el pasaporte solo, no te contratan.

La falta de documentación y experiencia local son barreras frecuentes. El Observatorio de Migración y Refugio del MIDES señala que el 38% de los migrantes tarda más de seis meses en conseguir empleo formal. Las exigencias de referencias y experiencia previa uruguaya dificultan el acceso, incluso para quienes tienen formación profesional. Además, el proceso de regularización puede demorar. Aunque Uruguay mantiene una política de puertas abiertas para migrantes regionales, los trámites de residencia, cédula y habilitación laboral pueden extenderse por meses, afectando la estabilidad económica de quienes llegan.

Turismo y percepción: "Aquí todavía se vive bien"


César Flores, turista mexicano que accedió a conversar con El Debate, se hospedó en Ciudad Vieja y recorrió varios puntos de Montevideo que le permitieron formar su perspectiva sobre el país.
Aquí se nota que hay indigencia, pero no es tan grave como en México o Argentina. La ciudad es bonita, segura, y la gente educada.

La comparación regional refuerza la imagen positiva de Uruguay. Según el Índice de Paz Global 2025, el país se mantiene como el más seguro de América Latina. Por otro lado, la legalización del cannabis, el acceso a servicios públicos y la baja tasa de homicidios son aspectos valorados por visitantes. César también destacó el nivel educativo.
Sé que Uruguay tiene uno de los niveles más altos de educación en la región. Eso se nota en cómo te tratan, en cómo funciona todo.

El informe de UNESCO 2024 ubica a Uruguay entre los tres países con mayor tasa de alfabetización y cobertura educativa en América del Sur.

Adaptarse: entre cultura, clima y calle

Otro migrante cubano resumió su experiencia de esta manera:
Prefieren el frío y morir de hambre antes que volver a Guyana o Brasil. La calidad de vida aquí es otra cosa.

La adaptación cultural también juega un rol. El clima, la comida y las costumbres uruguayas pueden resultar chocantes para quienes llegan de climas tropicales o culturas más colectivas. “La gastronomía acá no tiene nada que ver con la nuestra”, comenta Sara, que trabajaba en cocina en Cuba.

A pesar de las diferencias, todos coinciden en que Uruguay ofrece una oportunidad de vida más estable, siempre que se logre superar la primera etapa. La calle, para algunos, es parte del tránsito, mientras que para otros, una elección temporal frente a la falta de opciones.

Migrantes y turistas ven en Uruguay un país tranquilo, educado y con buena calidad de vida. Pero también reconocen que instalarse no es fácil, la burocracia, el empleo y la vivienda son desafíos concretos. Entre la esperanza y la adaptación, el país sigue siendo una opción elegida.