Nuevos mapas del verano: Uruguay más allá de Punta del Este
Destinos de Uruguay: Más allá de Punta del Este
El primer desvío del mapa aparece, naturalmente, en el Este profundo.
Punta del Diablo
Que hace apenas una década conservaba un tono precario y casi improvisado, desarrolló una identidad propia sin volverse masiva. Tiene la particularidad, rara en los balnearios locales, de haber crecido hacia adentro: revitalizó su pesca artesanal, sumó cocinas de producto y mejoró su infraestructura sin perder la estética de casitas bajas y veredas de arena.
La Pedrera
A pocos kilómetros, La Pedrera mantiene su equilibrio delicado entre playa indómita y vida cultural. Su rambla elevada, la mezcla espontánea de surfistas, familias y jóvenes, y una creciente escena gastronómica de mediodía y atardecer la transforman en un destino para quienes buscan naturaleza con una dosis medida de movimiento social. No es casual que muchos viajeros que “dejaron” Punta del Este en su juventud hayan reaparecido allí.
Aguas Dulces
Más hacia el norte, el tono cambia. Aguas Dulces conserva el encanto de los balnearios preindustriales: casillas sobre la arena, calles de arena, comercio pequeño y una sensación de que el tiempo no se apura. Es una postal que, paradójicamente, se volvió sofisticada para un público que asocia el descanso con la ausencia de artificio.
Cabo Polonio
Y luego viene el umbral final, el Cabo Polonio, que aunque ya no es el secreto de hace veinte años, sigue siendo un territorio simbólico: entrar en los camiones 4x4 es aceptar que se deja algo atrás, sea señal, ruido urbano o agenda. Allí, la experiencia es más elemental: viento, luz, mareas, silencio.

Otros destinos que marcan la diferencia
Pero el país ofrece otros movimientos. Hacia el oeste, el Río de la Plata se vuelve protagonista de una estética distinta.
Colonia del Sacramento
Que podría dormirse en su atractivo histórico, eligió hacer lo contrario: bodegas boutique, cafés de especialidad, cocinas que trabajan con producto local y pequeñas posadas en casas recuperadas componen un ecosistema en crecimiento. Es un destino que no depende del verano, sino que florece en todas las estaciones, algo que el turismo actual valora cada vez más.
Carmelo
Cerca de allí, Carmelo se consolida como uno de los enclaves más interesantes del país: viñedos con hospedaje, ríos tranquilos, clubes náuticos, atardeceres de campo y un movimiento gastronómico que encontró su tono propio, más cercano a la cocina lenta que al espectáculo culinario. Carmelo logró, en silencio, una síntesis rara: sofisticación sin pretensión.

El cambio en el turismo uruguayo
Que existan estos destinos no le resta valor a Punta del Este: lo complementa. La península sigue siendo la gran escenografía del verano, pero ya no es la única forma de vivirlo. El país se diversificó y, sobre todo, el viajero cambió. Se volvió más curioso, más estacionalmente libre, más interesado en experiencias que requieren menos exhibición y más contenido. Busca identidad, paisaje, relato y, en muchos casos, silencio.
Un mosaico de veranos posibles
El resultado es claro, Uruguay es hoy un mosaico de veranos posibles. Del océano agreste a los viñedos, de las playas remotas a los pueblos históricos, de la gastronomía de proximidad a la naturaleza que invita a detenerse.